viernes, 9 de noviembre de 2012

Mi amado secreto


Creo que ya llevo bastante como para iniciar la publicación de este pseudo libro que estoy escribiendo :) espero que les guste, este es el prefacio (muy probablemente).

No apto para ti.


Un llamado al corazón



Kate:
            En estos días de insípida nostalgia, en un desesperado intento por aferrar tus recuerdos a mi, cuelgo en mis hombros la que alguna vez fue tu característica chaqueta, único recuerdo táctil que quedo de tu interrupción en mi vida, y de alguna manera siento tu peso sobre mi cuerpo, ese peso de las tardes en la plaza cuando nos revolcábamos en el pasto y me decías cuanto me amabas, para terminar, siempre, con un “pero nunca podremos estar juntas” como en frase cliché de una mala película romántica norteamericana y, con un dejo de picardía en tu mirada, sonreías, sonreías para recordarme que la vida es cruel, llena de desesperanzas para gente como nosotras, que nunca tendríamos un lugar al cual pertenecer que no fueran nuestros recuerdos e imaginación, pero que, aun así, todo valía la pena.

            Creo que jamás podré olvidar tus enseñanzas, tus palabras, esas locas “conversaciones con el mundo”, esperanzas y sueños, como el de vivir en una mansión bajo un puente y pensar que eso lo entendí recién a mis 22 años. Nunca se alejaran de mi tus manos, aromas, sonrisas, besos y caricias sinceras e inocentes sobre mi nuca. Nuestra edad, esa diferencia tan notoria en esos años pero que siempre significo una mera diferencia de porte entre nosotras. Aunque, debo de admitir, siempre te vi como una especie de maestra. Formas parte de mi día.
            Ahora dando pasos al pasado recuerdo el verte en esa esquina, con clara conciencia de que muy probablemente estuvieras en tu agonía inclusive antes del amaneces, todo por esa necesidad de escapar al encuentro mañanero con tus padres. Esperando al Sombra para iniciar, juntos, su largo recorrido a sus respectivas clases. No creo que hayas logrado siquiera imaginar cuanto ansié el llegar a ese momento en que dejara de ser “la niña” y pudiera unírmeles en ese rutinario paseo normalmente cursado en silencio.

            Amiga mía, mi amada amiga, nunca fuiste un “alguien” en vida, fuiste una línea paralela de eterno goce en el infausto tramo del ser que forja mi destino.

            Déjame decirte que nunca cometiste un error conmigo, que nunca fuiste una mala influencia y que jamás me obligaste o “incitaste a seguir este desgraciado camino”, como afirmaste alguna vez. Todo en lo que te seguí fue por decisión propia.

            Hoy, luego de tantos años, puedo valorar todos esos momentos que pasamos y los que no.

            Mi secreto, mi dulce y eterno secreto a voces.


Te extraño.