La inmortalidad de la mente y su armadura.
La
humanidad es un desperdicio de huesos y carne que utilizan un espacio
innecesario en este planeta para crear aun más desperdicios.
Si pensamos en “mundo” y
sus primeros pobladores, basándonos en los hallazgos arqueológicos, hubo un
tiempo en donde el hombre no existía, en donde todo era liderado por la “madre
naturaleza”, por este instinto de supervivencia nato en los animales, las
cadenas alimenticias y el estado natural de las cosas. Desde sus inicios, a la
llegada de los humanos o más bien, con la evolución de nuestros antepasados,
vimos caer poco a poco este frágil manto de vida, siendo nosotros los
principales disparadores de la perdida de muchas especies animales y vegetales
que no volverán a existir nunca más. Si lo ven fríamente, esta es la realidad,
somos una plaga dispuesta a acabar con todo, conste de asegurar nuestra comodidad
y no dudamos si es necesario acabar a nuestra propia especie, arrasamos con lo
que veamos que le podamos sacar provecho sin importar cuanto perjudiquemos a
otros y solo “ayudamos” cuando vemos que esto nos beneficia. Ese es nuestro
instinto.
Claramente el fin del
mundo podría o no ser nuestra culpa, pero aun así, somos fascinantes, ¿Qué nos
mueve? ¿Qué nos creo? ¿Por qué nos juntamos? ¿Por qué debemos educarnos? ¿Qué
nos impulsa a ganar? ¿Por qué decidimos inventar cosas? ¿Quién o que nos nombro
dioses, o nos dio el poder de gobernar? ¿Somos los seres más superiores? ¿Por
qué nuestros cuerpos? ¿Cuál es nuestro propósito en la Tierra? ¿Existe o
creamos un Dios? Y así, muchas preguntas pueden surgir hasta de las cosas más banales
¿Por qué vamos a un “baño”?. No lo se, no lo se y tampoco lo se, solo se que
nuestra mente, nuestro cerebro, la conciencia, el alma, anima, como prefieran
llamarle es algo indestructible, algo
que jamás comprenderemos y es la única que podrá respondernos todo.
Mi arte no es sobre mi,
no es sobre la historia, la naturaleza o los estados de animo, es sobre la
obsesión presentada asía algo que detesto y pertenezco, la desarticulación y
escudriñamiento de cada centímetro existente de lo que somos para intentar,
inútilmente, encontrar una respuesta al todo.
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“Se
calcula que las hormigas de la tierra pesan lo mismo que la humanidad. Si
desaparecieran, se produciría un fenómeno ligado a la extinción mucho más
dramático que el meteorito que acabo con los dinosaurios. En cambio, si se
extinguiera la especie humana, en términos ecológicos no pasaría nada. Las
personas no aportamos nada a los ecosistemas, solo gastamos. Somos los más
grandes consumidores y, sin embargo, nadie nos consume…” (Mägo de Oz, Gaia III,
“El latido de Gaia (Intro)”; 2010)
Puede que parezca un chiste iniciar
esto con la letra de una canción, pero da que pensar, ¿Será verdad lo que dice?
A quienes les he presentado este texto responden como si fuera un ataque asía
su persona, cuando yo la escuche por primera ves, me causo un encuentro de
sensaciones y emociones indescriptible, vergüenza, duda, ira, dolor, pena,
compasión, etc… Sobretodo porque comprendí que somos los mejores para
insultarnos entre nosotros, para humillarnos como seres vivos que somos, para
decir todo lo que yo vuelvo a repetir, seguramente. Pero ¿Realmente nos lo
creemos?
Podría decir que todo inicio cuando empecé
a cuestionarme la existencia de un Dios, según yo, Dios no existe, es solo una
sensación que hemos creado nosotros mismos para tener algo que seguir, una guía,
un “jefe” que nos diga que hacer, la iglesia y las demás religiones fueron
creadas por personas que comprendieron esto y vieron algo de que sacar
provecho, aun así creo que no puedo cuestionarme la existencia del Dios que me
presentaron como el único desde mi nacimiento, aunque niego por completo los
dogmas dictados por la iglesia, de alguna manera cuando pienso en eso me invade
un miedo, después de todo soy humana y con eso lo único que logro es afirmar
más mi pensamiento. Mi siguiente pregunta fue ¿Qué somos? ¿Por qué nosotros? Si
evolucionamos de los simios, somos animales, entonces ¿Somos superiores? Y si
“Ese” nos creo ¿Por qué? ¿Realmente fuimos a su semejanza? Creo que aun no llego
a una respuesta que me acomode en ello pero derivando de cuestionamiento a cuestionamiento
llegue al ¿Por qué me interesa tanto? Que es lo que nos hace tan únicos, inicie
con mi propio análisis sobre la humanidad, su comportamiento, su corporalidad y
todo lo que refiera a nosotros, una tarea grande y ardua que por supuesto
decidí ligar a lo que mejor se me da, el arte.
Como puse al inicio, el humano no es
nada más que destrucción, es a la única conclusión a la que he llegado desde
los 15 años por cada camino que he elegido estudiar. Y para evitar toda
sensación de molestia, depresión o lo que pueda conllevar ese pensamiento me
centre en algo absolutamente superficial y básico para encontrarnos algo
“bonito”; el cuerpo, un tema sumamente trillado y conocido, pero todo depende
de cómo se vea.
¿Una
armadura o un ataúd?
Alguna vez leí una
alegoría que trataba sobre el cuerpo y los sueños simbolizándolos con un
pajarito en una jaula de cristal. Una jaula de cristal, un material hermoso,
brillante, delicado, singular, ordenado, transparente y que requiere de mucho
trabajo, un material extraordinario. De alguna manera si puedo relacionarlo con
el cuerpo humano, pero no, no creo que el cuerpo sea una jaula de cristal, creo
que es más bien, una armadura, una gran y esplendorosa armadura de cristal como
esas que les pintan a los caballeros vencedores en los cuentos de hadas, con un
lindo juego de plumas en la zona superior y por supuesto acompañados de su
lanza y escudo, resistente entre los materiales de su especie, pero a la ves
sumamente frágil, en la que si no se trabaja, limpia y pule con regularidad se
estropea con facilidad.
Sin embargo, una
armadura que por la imposibilidad de quitárnosla y su propio peso forjara, con
el correr de los años, nuestra propio ataúd. Estamos completamente amarrados a
ella. Amarrados al paso de sus años y estropeo inminente. Como seres
superficiales que somos, esto nos causa, en alguno más que otros, un estado de
pavor y desesperanza, con esto hablo tanto de lo “espiritual” como de lo
físico, somos victimas de nosotros mismo al crear esos cánones de belleza no
alcanzables más que por un grupo mínimo de persona y que tan solo les durara un
par de años como mucho, luchamos contra el envejecimiento y sus marcas en
nuestra armadura, sin darnos cuenta de lo que hemos logrado, un borrador, un
borrador del diario de nuestras vidas, ese diario que forma nuestro cuerpo, con
sus cicatrices, arrugas y desperfectos que cuentan al pie de la letra y de
manera perfecta nuestra historia de vida, la comunicación de nuestra vida y
etnia, sin palabras. Llegando a un punto tal como los Coreanos en donde la gran
mayoría de sus jóvenes repugnan su cuerpo y características corporales que le
otorga su raza, demostrándose en que el regalo de cumpleaños más pedido es la
“reconstrucción facial”. No nos queremos.
Por ellos el cuerpo ha
sido mi mayor fuente de trabajo, su movimiento, su crecimiento, transformación
y partes. Admirándome por sus particularidades; Bajo, alto, negro, moreno,
blanco, amarillo, tostado, alargado, con partes faltantes o de más. Los
tatuajes, perforaciones, mutaciones, deformidades, las pecas, las manos, los
ojos, las orejas, y todo lo que a el corresponde. Pero en sobremanera, me
atraen esas “partes” que solemos usar para comunicarnos, las manos y la boca.
Vía de comunicación
Son mil y un cosas que
me impulsan a creer que una de las partes más magnificas del cuerpo humano es
la boca, pero lo principal es su capacidad de comunicar, no solo con el habla,
sino también con los movimientos de los labios y la lengua, los besos
profundos, las sonrisas, las muecas, etc. Todo me cautiva. Según mi percepción,
la principal arma benigna de la armadura humana, la más compleja, visible y
explorada.
Todo termina y se
representa con un beso, por todo lo que puede dar y lo que puede quitar. Su
cautivadora forma es el anzuelo, sumado a esa inocente sonrisa ¿Quién podría
sospechar de ella?, nadie se imaginaria que en su interior es puro veneno. Te
puede decir las palabras que siempre has querido escuchar, aquellas que
necesitabas para seguir adelante y sentirte importante o deseado, puede
apuñalarte por la espalda si sabe más de lo que puede contener, te llevara a
los lugares más recónditos de tus sentidos si le dejas explorar, expresara desde
los más superficiales de tus pensamientos, hasta los que nunca has querido
sacar si solo dejas abierta la puerta de tu mente. Un arma que se debe de
tratar con mucho cuidado, ya que puede amar, dañar, iniciar y terminar. Un arma
de doble filo.
Esta obra, que se
compone de 20 cuadros, de 30x40cm cada uno, teñidos con bocas expresivas, no es
nada más que el intento de huida de mi obsesión, una minúscula pieza, parte de
los humanos, que he elegido para iniciar el camino del cuerpo y con ello la
comprensión y quizás valoración de la vida a la que pertenezco como humana.
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